martes, mayo 24, 2011

TEORIA Y METODO EN PSICOLOGÍA SOCIAL

INTRODUCCION: LA TENSION ESENCIAL DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL

La tensión principal q marca la psicología social no es fundamentalmente distinta de la q desgarra actualmente al conocimiento científico como tal. Y el futuro de la disciplina depende más de la forma en q se resuelva dicha tensión q de las discusiones acerca de los problemas teóricos y metodológicos propios de la disciplina.

a) El sin sentido de las “guerras metodológicas”

Para cualquiera q quiera conocer la psicología social es una exigencia irrenunciable el interrogarse sobre las características, alcance, y validez de los diversos métodos a los q recurren los psicólogos sociales, intentar dilucidar los supuestos básicos sobre los q se sustentan dichos métodos y reflexionar críticamente sobre los problemas q se derivan de esos supuestos. Sin esa reflexión no habría forma de saber cuál es la naturaleza de los datos q construye una investigación, ni se podría valorar el corpus de conocimientos q integran la disciplina. Pero la legítima preocupación por el método no debe transformarse en el árbol q esconde el bosque.

Hubo un tiempo en q se afirmaba q la validez de los conocimientos científicos resultaba pura y exclusivamente de la correcta aplicación del método adecuado. Y el método era adecuado si garantizaba la “objetividad” de los datos. Simple instrumento, su neutralidad intrínseca se daba por supuesta. Si se sospechaba de ella el método quedaba invalidado al igual q los resultados alcanzados.

Más tarde el polo opuesto. Se afirmo igualmente q ningún método podía considerarse como neutro porque todos ello presuponían una teoría q posibilitaban su construcción. Un método era la concreción instrumental de una teoría, era la teoría en actos. Como consecuencia, los datos construidos mediante un determinado método valían lo q valía la teoría inscrita en el propio método.

Ambas posturas contrapuestas desembocan en el mismo resultado, la fetichizacion, hipostasia, del método. En un caso, de él dependía la validez de los datos, en otro caso dicha validez dependía de las teorías q sustentaban al método.

No hay q confundir el hecho de rechazar una determinada metodología como la única válida con el hecho de rechazar específicamente esa metodología. Es fundamentalmente el problema se quiere resolver lo q debe orientar la elección del método.

Cuando se deja de hipostasiar el método y se abandona la creencia de q es el método el q garantiza la validez del conocimiento, se recobra la “libertad metodológica”, la “tolerancia metodológica” y se puede afirmar q “todo vale”.

Esta “desmovilización metodológica” no debe preocuparnos, ya q la naturaleza del conocimiento producido por un investigador no depende tanto del método q utilizo, ni de la teoría q adopto, sino de la metateoría q sustento su actividad investigadora. En efecto, aunque un positivista use los métodos “emergentes” q rompen con su tradición metodológica, sus conclusiones no dejaran de enmarcarse en los límites de los saberes positivos.

El conocimiento científico esta “infraestructurado” por el método utilizado y por las teorías empleadas, dependiendo esencialmente de los postulados metateóricos q lo informan. Son esos postulados lo q deberían merecer la atención prioritaria. Porq si bien es cierto q los datos están “sobredeterminados” por las teorías q se utilizan para producirlos e interpretarlos, también es cierto q los conocimientos científicos están a su vez sobredeterminados por elementos metateóricos. Y con “conocimiento científico” digo los conjuntos de datos empíricos y/o los conjuntos de constructos conceptuales producidos y articulados entre sí por sistemas de proposiciones teóricas.

La dependencia teórica de los datos, y la dependencia metateórica del conjunto datos/teoría, conducen hacia el siguiente de los aspectos…

b) Hermenéutica, reflexividad e historicidad

Los datos nunca son “puros”, ya q son suscitados parcialmente por elementos teóricos y conceptuales q parecen limitarse a hacerlos visibles pero q en realidad, los instauran cuanto q datos. Tampoco “hablan” por si solos, ya q lo q dicen depende siempre de las teorías a las q se recurre para interpretarlos.

Es obvio q se necesitan “conceptos” para pensar los datos, y los conceptos son producciones teóricas particulares insertadas en amplios sistemas de saberes y teorías generales q les dan sentido. Lo q también debería ser obvio, pero q no siempre se toma en cuenta es q los conceptos y las teorías se expresan siempre, recurriendo al lenguaje natural. Siempre se tiene q recurrir en un momento u otro a la inescapable vaguedad natural para expresar lo q se está haciendo, entenderlo y darlo a entender, así como para comprender las implicaciones de los resultados alcanzados.

Así la “dimensión hermenéutica” atraviesa las operaciones de toda ciencia, no solo de las sociales. No hay unas ciencias q deban recurrir a la hermenéutica (las ciencias sociales) y otras (las naturales) q puedan escapar a esa exigencia, la interpretación atraviesa todas las ciencias. Y toda interpretación opera con conceptos q requieren el lenguaje natural para poder ser pensados, trasmitidos y entendidos. No hay, por tanto, ningún “afuera” del lenguaje”. Esta imposibilidad de salir del lenguaje abre las puertas del conocimiento científico a la masiva irrupción de las características básicas q marcan al lenguaje natural: papel de las convenciones lingüísticas transitorias y siempre contingentes, presencia de presupuestos esencialistas, etc.

En tanto q una de las funciones de las ciencias sociales es indagar los procesos de producción de significados (procesos q siempre son sociales) y en poner al desnudo los implícitos culturales q se esconden tras lo q “las trampas del lenguaje” nos incitan a aceptar como propiedades universales y como categorías naturales ahistóricas, es fácil comprender q las ciencias sociales ayudan al desarrollo de las naturales. Pero es preciso aceptar dos cosas:

· El conocimiento científico es un fenómeno plenamente social, marcado por la historicidad y por la contingencia propias de todas las prácticas humanas. Esto implica rebajar la ciencia a un rango de una simple práctica social entre otras. Carente de cualquier privilegio. La nueva sociología lanza una mirada cruda y desmitificadora sobre las prácticas científicas.

· Las propias ciencias sociales, y en especial la psicología social, deben girar hacia sí mismas las armas de la crítica, considerándose a sí mismas como objetos “ordinarios” del análisis social y como meras prácticas sociales. La psicología social debe proceder a una constante “deconstrucción” de todos los supuestos acríticamente asumidos q infiltran sus conceptualizaciones, sus teorías y sus procedimientos.

En efecto, la psicología social, en cuanto q constituye un fenómeno social anclado en un conjunto de prácticas sociales, pasa a constituir como tal un simple objeto mas dentro del conjunto de objetos q pertenecen a su propio campo de investigación. Se difumina así la distinción entre lo q centran sus investigaciones sobre la propia disciplina (epistemólogos sociales) y los q se centran sobre el análisis de otros objetos sociales (auténticos científicos). El carácter reflexivo de las ciencias sociales debe ser asumido con todas sus consecuencias si se quiere investigar con un mínimo de seriedad.

Hermenéutica y reflexividad nos llevan a recalcar a la historicidad.

El hecho de q todo aquello q es histórico sea necesariamente contingente, concreto particular, e inseparable de sus condiciones de producción, imprime unas características particulares a las ciencias (puesto q son producciones sociales y por lo tanto históricas) y a los objetos sociales (y solo a ellos, porque los naturales son temporales pero no históricos). Estas características revisten importancia en el caso de las ciencias sociales, ya q tienen una doble condición: son fenómenos históricos q versan sobre fenómenos históricos.

Hay dos implicaciones q resultan de la historicidad constitutiva, o intrínseca, de lo social:

· Las propiedades presentes de los objetos sociales, en tanto históricos, no son desligables del proceso q los ha constituido y no pueden ser explicados sin hacer referencia a ese proceso. En la medida en q son objetos contingentes, sus propiedades y su existencia actual guardan relación directa con las practicas q los constituyeron y con el contexto histórico en el q se desarrollaron esas prácticas; contexto q incluye las practicas contra las cuales se forjaron aquellas q triunfaron, como las q no consiguieron afianzarse y llegar al presente. La memoria de su genealogía está inscrita en las propiedades actuales de los objetos sociales.

· La historicidad de los objetos sociales implica q ninguno de ellos puede considerarse como una instanciación particular de un fenómeno más general, sino q cada uno es siempre particular y concreto, producto de unas prácticas y de unos contextos q siempre son específicos; lo cual no significa q no pueda haber multiplicidad de reproducciones, replicas. El criterio de unicidad se refiere al objeto en tanto q tal, no a sus expresiones sociales. Por ej.: el casamiento católico es reproducido por millones de personas, pero es un objeto particular, comprensible en tanto q producto de unas prácticas sociales y de unos contextos sociales específicos q lo hicieron posible y lo mantienen. La consecuencia del carácter siempre particular y concreto de los objetos sociales es q no pueden investigarse desde postulados q pretendan trascender sus contenidos específicos y desembocar en formulaciones legaliformes (salvo q quiera vaciarlos de toda dimensión social). Esto significa q la psicología social debe asumir q los contenidos son “formativos” de los procesos sociales, q los fenómenos sociales son dependientes de su contenido.

c) El carácter “productivo” de las ciencias sociales

Los conocimientos de las ciencias sociales son intrínsecamente productivos. No es posible construir conocimientos científicos sobre lo social sin q estos produzcan a su vez efectos sociales (siempre y cuando alcancen un grado de aceptación y divulgación social antes).

Se trata de una consecuencia lógica de la naturaleza parcialmente simbólica de la “realidad” social. En efecto, dicha “realidad” es sensible a nuestras producciones simbólicas, y en particular a las representaciones q nos forjamos acerca de ellas. La consecuencia de esta sensibilidad es clara: cualquier modificación de nuestra forma de “ver” la “realidad” social es susceptible de modificarla.

Entonces debemos admitir q cualquier científico eficaz, o sea, q produzca conocimientos reconocidos, actúa como un “agente político” capaz de incidir sobre la “realidad” social. Existe, por lo tanto, una doble razón q impide considerar el conocimiento construido por los psicólogos sociales como algo “neutral” y “objetivo”:

§ Los supuestos socioculturales q se hallan inscritos en nuestro entramado conceptual y en nuestro lenguaje intervienen necesariamente en la construcción de dichos conocimientos

§ O bien ese conocimiento es vano e intrascendente, o bien es imposible q no revierta sobre los objetos q pretende dilucidar, modificándolos en una u otra dirección.

El carácter necesariamente politizado del conocimiento social, en el doble sentido de q induce modificaciones sociales y de q incorpora (y por lo tanto reproduce) creencias socialmente instituidas, implica q no se puede conducir un debato sobre los aspectos “problemáticos” del conocimiento producido por las ciencias sociales haciendo “como si” se tratase de cuestiones puramente epistemológica, metodológicas o técnicas. Las cuestiones normativas, y políticas, forman parte internamente de los problemas analizados.

Es plena responsabilidad del investigador elegir sus objetos de estudio, sus procedimientos de investigación, el tipo de conocimiento q quiere construir e incluso los resultados q divulgara, recurriendo para ello a los criterios políticos q considere legítimos.

Pero nadie puede escudarse detrás de la afirmación ingenua de q se limita a estudiar “las cosas tal como son” y a “presentar” los resultados q ha “encontrado”. Eso es imposible, por el hecho de q nadie puede interrogar asépticamente la “realidad” y trasmitir de manera neutra la respuesta aportada supuestamente por la propia realidad ante su hábil cuestionamiento. Si no hay conocimientos q se encuentren exentos de valores, entonces se torna legitimo elegir los conocimientos recurriendo también a criterios normativos.

El carácter productivo de los conocimientos construidos exitosamente por los científicos sociales nos conduce nuevamente a la necesidad de cuestionar sistemáticamente los conceptos y los métodos q utilizamos para su elaboración, y la exigencia de “deconstruir” permanentemente esos conocimientos para evidenciar los supuestos q los infiltran inadvertidamente, así como los efectos sociales q se desprenden de dichos supuestos.

La postura política q impulsa este tipo de análisis tiene como eje principal el de combatir los “efectos del poder” q emanan de la “retorica de la verdad científica” y q han instituido a la “razón científica” como el nuevo principio trascendente al q debemos plena sumisión.

Se trata de situar en el ámbito de las decisiones simplemente humanas unos criterios legisladores de “la verdad”, q pretenden situarse mas allá de la contingencia q nos es propia. Se pretende minar los fundamentos de los “principios de autoridad” (sobre todo de la autoridad de la razón científica) y contribuir a ensanchar, así, el uso de la libertad.

d) La “des-disciplinarización” de la psicología social

La psicología social no arranca desde un punto de origen especificable (ningún objeto social tiene un punto de origen así), sino q se fragua a lo largo de un periodo histórico q se presenta más o menos dilatado. Ni la psicología social estaba pre-inscripta esperando el momento de su descubrimiento, ni su existencia actual resulta de alguna necesidad, sino q es un producto contingente de una historia q bien podría haber sido otra.

La fragmentación de la ciencia social q dio lugar a la autonomización de la psicología social, entre otras, como cuerpo de saberes específicos, se produjo como resultado de unas prácticas científicas fuertemente inspiradas por el credo positivista entonces dominante, y de unas condiciones sociopolíticas basadas en la maximización de los beneficios económicos.

La tensión esencial de la psicología social contemporánea es la q se establece entre:

· Permanecer afincados en los esquemas del “ideal de inteligibilidad”, q ha guiado durante los tres últimos siglos a la ciencia, y q imprimió fuertemente su marca en la psicología social estándar.

· O, por el contrario, proceder, simultáneamente, a una incesante deconstrucción critica de los supuestos básicos q conforman dicho “ideal de inteligibilidad”, y a la construcción de un nuevo concepto de la ciencia, radicalmente post-empiricista, o, más generalmente, radicalmente post-moderno.

Ese es el debate crucial q conviene potenciar y desarrollar para esclarecer la problemática de fondo con la q se enfrenta actualmente la psicología social. Las demás cuestiones son problemas relativamente accesorios.

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