martes, mayo 24, 2011

PARA QUE SIRVE EL MITO


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El objeto imaginario de la castración es el falo. La madre simbólica se convierte en real en la medida en q se manifiesta rehusando el amor. El objeto de la satisfacción, el seno, se convierte a su vez en simbólico de la frustración, denegación de objeto de amor. El agujero real de la privación es algo q no existe. Al ser lo real pleno, es preciso, para hacer un agujero real, introducir un objeto simbólico.

Para convertirse en objeto de amor, para esa madre, el niño debe advertir q ha de introducirse como tercero entre el deseo de su madre, deseo q aprende a experimentar, y el objeto imaginario q es el falo.

Las llamadas teorías infantiles, es decir, la actividad de investigación propia del niño en lo referente a la realidad sexual, interesan al conjunto del cuerpo. Engloba toda la actividad del sujeto y motiva todo lo q podemos llamar sus temas afectivos. Podemos clasificar este conjunto de acciones o actividades bajo un término, el de actividades no solo de ceremonia sino de culto.

Para centrar el valor exacto de las teorías infantiles de la sexualidad y todo ese orden de actividades q en el niño se estructuran a su alrededor, hemos de referirnos a la noción de mito. El mito muestra ciertas constancias q no se pueden someter a la invención subjetiva. También el carácter de ficción, q mantiene una singular relación con algo q está detrás implicado siempre, contiene un mensaje formalmente indicado, se trata de la verdad.

Se trata de los temas de la vida y de la muerte, la existencia y la no existencia, muy en especial del nacimiento, o sea, la aparición de lo q todavía no existe. Por lo tanto temas vinculados, por una parte con la existencia del propio sujeto y con los horizontes q le proporciona su experiencia, y por otra, con el hecho de su sujeción a un sexo, su sexo natural. A esto se consagra la actividad mítica en el niño.

Los mitos apuntan no al origen individual, sino siempre a la creación del hombre, la génesis de sus relaciones, las invenciones; vemos también como se plantean constantemente la relación del hombre con una fuerza secreta, buena o mala, pero sagrada. Esta potencia podemos situarla como idéntica al poder de la significación, y especialmente de su instrumento significante.

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Existe la sugestión en el caso de Juanito. El estilo interrogatorio del padre se presenta todo el tiempo como una inquisición. El padre interviene de forma aproximada, a bulto, y con torpeza. Las construcciones de juanita no son independientes de la intervención paterna, es más, hay una sensible correspondencia. Ahora bien, en la producción mítica de Juanito, no se tiene la impresión de una producción delirante, sino de una producción de juego, lúdica.

El padre no sabía q el complejo de castración es el eje principal. Así, vemos como Juanito reacción ante la intervención del padre. La fobia no habría tenido tal continuación y tales ecos sin la intervención paterna.

Juanito está en una relación con su madre, en la q se mezclan la necesidad directa q tiene de su amor y el juego del señuelo intersubjetivo. Este juego se manifiesta claramente. Necesita q la madre tenga un falo, lo q no significa q este falo sea para él algo real. Por el contrario, en todo momento se evidencia en sus dichos la ambigüedad q revela a esa relación en el juego. El niño sabe algo, obvio, lo indica cuando dice “precisamente había pensado….” Y se calla. Lo q había pensado es “¿mama tiene o no tiene?”.

En este momento, en la convivencia del juego imaginario, se produce de pronto cierta descompensación manifestada como angustia, referida a sus relaciones con la madre.

Esta angustia está vinculada con diversos elementos de real q vienen a complicar la situación. Estos elementos de real no son unívocos. Hay una novedad en cuanto a los objetos de la madre, y es el nacimiento de Hanna; y esta la intervención del pene real, con las complicaciones q introduce (aunque ya está en juego hace un año, cuando confeso Juanito su masturbación).

Estos elementos de descompensación entran en juego, por una parte, cuando Juanito queda excluido, cae de la situación, es expulsado por Hanna. Por la otra, cuando el falo interviene bajo una forma distinta, la masturbación. Se trata del mismo objeto, pero se presenta de una forma completamente distinta por la integración de las sensaciones vinculadas con la turgencia y muy posiblemente, con algo q podemos calificar de orgasmo, sin eyaculación. La novedad del pene real es un elemento de difícil integración.

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He aquí a Juanito cuando llega al punto en el q aparece la fobia. No es Freud, es el padre el q concibe enseguida q se trata de algo debido a una tensión con la madre.

Hemos dado a la madre y su relación simbólica imaginaria del niño con ella toda la importancia. La madre se presenta para el niño con la exigencia de lo q le falta, el falo q no tiene. Este falo es imaginario para el niño.

Si el falo se impone de forma predominante entre otras imágenes al deseo de la madre, es porq tiene un valor simbólico en el sistema significante y se retransmite así a través de todos los textos del discurso interhumano.

Hasta entonces Juanito jugaba con el falo deseado por la madre, con el falo convertido para él en un elemento del deseo de la madre, y en consecuencia, en algo por lo q se debía pasar para cautivar a la madre. Este falo es un elemento imaginario. Ahora el niño ha de advertir q este elemento imaginario tiene un valor simbólico. Y esto es lo insuperable para él.

O sea, el niño se introduce de golpe en el sistema del significante o del lenguaje, pero no lo hace en toda la envergadura del sistema, sino de una forma puntual a propósito de las relaciones con la madre, q está presente o ausente. Pero esta primera experiencia simbólica es insuficiente. No se puede construir el sistema de las relaciones del significante en toda su amplitud en base al hecho de q algo a lo q se ama esta o no esta. No podemos conformarnos con dos términos, se necesitan más.

Hay un mínimo de términos necesarios para el funcionamiento del sistema simbólico, no son solo tres. El Edipo nos da tres, pero sin duda implica un cuarto termino porq el niño ha de franquear el Edipo. Por lo tanto, aquí ha de intervenir alguien, y este es el padre.

Ahora bien, el padre de Juanito tiene una curiosa forma de presencia, y Juanito trata de conciliar el mundo de la relación materna (q, en conjunto había funcionado con armonía hasta entonces) co aquel elemento de abertura imaginaria, o de falta, q lo hacía tan divertido, incluso tan excitante para la madre.

Las imágenes q la realidad le aporta a Juanito, en principio son las surgidas de la relación con la madre, pero también hay otras, nuevas, q el niño no afronta nada mal. En cuanto esta Hanna, intervienen nociones como la de lo grande y lo pequeño, la de lo q esta y lo q no está pero aparece, etc. Y Juanito maneja muy bien esto. Se enfrenta enseguida con nociones nada evidentes q son tres: la emergencia, aparición de algo nuevo; el crecimiento (crecerá, o eso q no tiene crecerá); la proporción o la talla, q es el termino más simple, al parecer, pero no el más inmediato.

Encontramos constantemente el franqueamiento, la elevación de lo imaginario a lo simbólico.

Siguiendo instrucciones de Freud, el padre le recalca a Juanito q las mujeres no tienen falo, y el niño reacciona con el fantasma de las dos jirafas. Aparece en plena noche, con mucho miedo, se refugia en la habitación de los padres, no quiere hablar y se duerme. Al otro día le preguntan. Y se trata de un fantasma, hay una jirafa grande ahí, una chiquita acá “arrugada en forma de bola”, le preguntan y muestra tomando un trozo de papel y haciendo un bollo.

Para el niño se trata de recuperar la posesión de la madre para mayor irritación del padre. Ahora bien, esta cólera nunca se produce en lo real, el padre nunca se deja llevar por la cólera, y Juanito se lo señala “tienes q enfadarte, has de estar celoso”. En fin, le explica el Edipo.

Ahora bien, una jirafa grande y una pequeña son semejantes, la una es el doble de la otra. Por una parte, hay “grande” y “pequeño”, pero por otra esta el “igualmente jirafas”. Volvemos acá a lo del niño capturado en el deseo fálico de la madre como una metonimia. El niño, en su totalidad es el falo. Así, cuando se trata de restituirle a la madre su falo, el niño faliciza a la madre entera, bajo la forma de un doble. Fabrica una metonimia de la madre. Lo q hasta ahí era solo el falo enigmático y deseado, creído y no creído, sumido en la ambigüedad, la creencia, el juego tramposo con la madre, empieza a articularse como una metonimia.

Ahí franqueamos el paso de la imagen al símbolo, esta esa jirafa pequeña q nadie entiende, con lo visible q es. El propio Juanito nos lo dice, esa pequeña jirafa es hasta tal punto un símbolo, q es solo un dibujo sobre una hoja de papel q se puede arrugar.

Ya el dibujo de la jirafa estaba en la vía del símbolo, porq mientras el resto está completamente perfilado y todos los miembros están en su sitio, el hace-pipi añadido es grafico, es un trazo, separado del cuerpo.

Ahora entramos en el gran juego del significante. La jirafa pequeña es un doble de la madre, reducido al soporte siempre necesario como vehículo del significante, o sea algo q se puede tomar, q se puede arrugar y puede uno sentarse encima. Es un testimonio, un tratado.

Juanito busca la solución, de los tres elementos (madre falo y niño), en donde el falo ya no es algo con lo q se juega, se ha vuelto rebelde, tiene sus fantasías, necesidades, exigencias y arma lio. Se trata de saber cómo se va a poner en orden todo esto, como se asentaran las cosas en este trío original.

Vemos aparecer una triada…

“Esta agarrado, mi pene”. Aquí hay una forma de garantía. Desgraciadamente en cuanto le hacen declarar q esta agarrado, aparece inmediatamente un estallido de la fobia. Al parecer, también hay algún peligro en q este agarrado.

Entonces, otro término aparece. Lo perforado. El mismo Juanito, en un sueño esta perforado, luego la muñeca, y hay cosas perforadas de fuera adentro y de dentro afuera.

El tercer término (es expresivo porq no puede deducirse de las formas naturales), es un instrumento lógico q Juanito introduce en su pasaje mítico, y junto a lo agarrado y el agujero abierto de lo perforado q deja un vacío, constituye el tercer vértice de un triangulo. Si el pene no está agarrado, entonces ya no hay nada más, y por eso hace falta una mediación q permita ponerlo, quitarlo y volverlo a poner. Ha de ser amovible. Todo esto le sirve para introducir el tornillo. El instalador viene desatornilla, después viene y le desatornilla el pene para ponerle otro mayor.

La introducción de este instrumento lógico, de este elemento mítico, conduce a la verdadera solución del problema, a través de la noción de q el falo es también algo incluido en el juego simbólico, se puede combinar, esta fijo cuando esta puesto, pero movilizable, circula, es un elemento de mediación. De ahora en más el niño está a punto de conseguir un pequeño respiro en su búsqueda de mitos conciliadores, nunca satisfactorios, hasta llegar a la ultima solución q encuentra, una solución aproximada del complejo de Edipo.

El caballo al q le están poniendo la herradura (en el librito) es una de las formas ocultas de solución para el problema de la fijación del elemento faltante. Este puede ser representado por cualquier cosa (lo suficientemente dura). El objeto q en esta construcción mítica, simboliza el falo de la forma más simple es la piedra. Lo encontramos en todos lados, en la escena principal con el padre, es también el hierro golpeado por el martillo en la pezuña, q desempeña un papel en el pánico auditivo del niño. Se asusta cuando el caballo golpea el suelo con la pezuña donde han fijado algo q no debe estar completamente fijado, problema q resolverá al final con la solución del tornillo.

En fin, este progreso de lo imaginario a lo simbólico constituye una organización de lo imaginario como mito.

EL SIGNIFICANTE EN LO REAL


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El significante es el organizador de la memoria humana. Y se introduce en lo real simplemente en cuanto se habla, o con el solo empezar a contar.

Lacan habla de unas formulas matemáticas, y llega a la propiedad de q si se toma un término cualquiera de la cadena se puede verificar si hay alguna falta con solo remitirse al termino dos veces anterior y al termino dos veces posterior. En medio solo hay una letra posible. Esto demuestra q, en cuanto surge el significante de la forma más elemental, surge la ley, con independencia de todo elemento real. Esto significa q la ley surge con el significante, de forma interna, independiente de toda experiencia. Un matemático (Frege) dijo q no hay ninguna deducción posible del numero partiendo únicamente de la experiencia. Entonces sin lugar a dudas el orden simbólico, como distinto de lo real, entra en lo real como una reja de un arado e introduce en él una dimensión original. (Es q no hay nada en la experiencia misma q me haga deducir el numero 3 o 2 o cualquiera por la experiencia misma).

Juanito al principio juega con el hace-pipi q está ahí, q no esta allá, el de su madre, el de su padre, el del animal grande, el del pequeño, el suyo propio, q al parecer para él es un objeto muy bonito para jugar al escondite. Este es el punto de partida, se trata solo de esto. Resulta q al principio presenta (sin duda dirigido a sus padres) una problemática del falo imaginario, q está en todas partes y en ninguna parte. Este falo es el elemento esencial de la relación de Juanito con lo q constituye para él la madre.

Hasta ahí llego Juanito y todo parece ir perfecto gracias al liberalismo, pero después…la fobia. Ahora bien, la presencia del caballo ya había sido anunciada antes, cuando le dice a la mama “si tienes uno debe ser muy grande como el de un caballo”. Q la imagen del caballo aparezca en el horizonte indica ya q el niño se dispone a entrar en la fobia.

El inconsciente y la represión al parecer no están. El interroga con la mayor libertad sobre la presencia o ausencia del hace-pipi, el cual juega un papel q tiende a aparecer por toda clase de razones. Exhibirse a Juanito le produce gran placer. Lo demuestran algunos de sus juegos. El carácter esencialmente simbólico del hace-pipi se manifiesta cuando va a exhibirse en la oscuridad, lo muestra pero como un objeto oculto. Se sirve de él igualmente como de un elemento intermedio en sus relaciones con los objetos de su interés, o sea, las niñas a quienes solicita ayuda y les deja mirar.

Sueña con estar con Mariedl, y cuando el padre le cuenta a la madre este sueño en su presencia, Juanito lo rectifica “no solamente con Mariedl, completamente solo con Mariedl”. Esta replica solo es concebible en la dialéctica imaginaria q era la situación de partida de las relaciones del niño con la madre. Esto se produce cuando Juanito tiene 3 años y 9 meses, y hace 3 meses nació Hanna. No solo “completamente solo”, sino “completamente solo con” o sea q se puede estar con ella totalmente solo, sin tener como ocurre con la madre, a esa intrusa (a Juanito le costó 6 meses acostumbrarse a la presencia de Hanna).

Si bien la intrusión real del otro niño en la relación del niño con la madre es adecuada para precipitar esa angustia decisiva, no obstante, sea cual fuere la situación real, el niño nunca esta solo con la madre. La relación aparentemente dual está marcada por ese elemento esencial: el niño interviene como sustituto, como compensación, en una referencia a lo q le falta a la mujer esencialmente. Por eso no está nunca completamente solo con la madre. La madre se sitúa, y así va conociéndola poco a poco el niño, como marcada por esa falta fundamental q ella misma trata de colmar, y con respecto a la cual el niño le aporta tan solo una satisfacción, provisionalmente, sustitutiva.

Sobre esta base se concibe toda nueva hiancia, toda reapertura de la pregunta, y especialmente, la q surge con la maduración genital real, o sea, en el niño, con la introducción de la masturbación, cuando entra en juego su hoce real con su propio pene real.

La situación entre la madre y el niño supone q este ha de descubrir aquella dimensión, el deseo de algo más allá de él miso, por parte de la madre, es decir, más allá del objeto de placer q siente q es para la madre, en primer lugar, y q aspira a ser.

Se trata de saber cuál es la función del niño para la madre, con respecto a ese falo q es el objeto de su deseo. La cuestión previa es ¿metáfora o metonimia? No es lo mismo si el niño es la metáfora de su amor por el padre, o si es la metonimia de su deseo del falo, q no tiene y q nunca tendrá.

Todo el comportamiento de la madre con Juanito indica q el niño es para ella un apéndice indispensable. La madre de Juanito, esa madre tan buena, se las arregla para cambiarse las bragas delante de su hijo. Se ve ya q el niño es para ella la metonimia del falo.

Esto no significa q ella sea tan considerada con el falo del niño. Al contrario, tan liberal en educación q parecía, cuando se trata de ir al grano y poner el dedo en el pequeño hace-pipi de Juanito cuando él se lo pide, se horroriza.

Así Juanito no es metonímico como portador del falo, por el contrario, es metonímico como totalidad. Para el todo estaría muy bien si se tratara de su hace-pipi, pero no se trata de eso, es él mismo lo q está en juego, todo entero, y la diferencia empieza a plantearse muy seriamente en cuanto interviene el hace-pipi real, convertido para Juanito en un objeto de satisfacción. En ese momento, empieza a producirse la angustia, debido a q puede medir la diferencia existente entre aquello por lo q es amado y lo q él puede dar.

Se encuentra por lo tanto en una relación en la q fundamentalmente es imaginado, y su estado es de pura pasividad (vemos acá la raíz de esa pasividad primordial). Esta prendido en la captura imaginaria, en la trampa donde se introduce para ser el objeto de la madre. Como es imaginado, lo mejor q puede hacer es imaginarse tal como es imaginado, o sea, pasar a la voz media. Pero desde el momento en q existe también como real, no tiene remedio. Entonces se imaginara como fundamentalmente distinto de lo deseado, y en esa medida, expulsado del campo imaginario donde, por el lugar q él ocupaba, la madre podía encontrar la forma de satisfacerse.

No sé si la fobia es tan representativa, porq es muy difícil saber de que tiene miedo el niño. Ese caballo blanco, marrón, negro, verde, plantea un enigma q permanece hasta el final: esa mancha negra delante de la boca, q el padre pregunta mil veces q es y Juanito a todo le dice q no hasta q a lo ultimo cansado le dice “si, ese caballo de ahí lo tiene”. Está claro q nadie sabe lo q es. No es tan simple una fobia, porq incluye elementos casi irreductibles, muy poco representados.

Si de algo no cabe duda es de la diferencia entre los dos sentimientos, el miedo y la angustia, q aparece cuando el niño se siente como algo q podría quedar completamente fuera de juego. Obvio q Hanna prepara este interrogante, pero, repito, la crisis se abre sobre un fondo mucho más profundo, el suelo se abre bajo los pies de Juanito. El niño piensa entonces q podría no cumplir ya de ninguna forma su función, no ser ya nada, sino eso q tiene el aspecto de ser algo, pero al mismo tiempo no es nada, se llama metonimia. Juanito ve, pues, q puede caer de su función de metonimia.

A partir de la fobia, el niño teme q ocurra algo real, dos cosas nos dice: q los caballos muerdan o se caigan. Los caballos surgen de la angustia, pero lo q traen es el miedo. El miedo se refiere siempre a algo articulable, nombrable, real.

No tiene miedo al caballo, sino a los caballos, de forma q a partir de la fobia el mundo se le aparece puntuado por toda una serie de puntos peligrosos, puntos de alarma, q lo reestructuran.

La fobia introduce en el mundo del niño una estructura, sitúa precisamente en primer plano la función de un interior y un exterior. Hasta ese momento, el niño estaba en el interior de su madre, acaba de ser rechazado, o se lo imagina, esta angustiado, y entonces, con ayuda de la fobia, instaura un nuevo orden del interior y del exterior, una serie de umbrales q se ponen a estructurar el mundo.

Hemos transformado la angustia en miedo. El miedo no puede nunca considerarse un elemento primitivo, un elemento último, en la estructura de la neurosis. En el conflicto neurótico, el miedo interviene como un elemento q defiende destacándose, y contra algo completamente distinto, q por naturaleza no tiene objeto, a saber, la angustia. Esto es lo q nos permite articular la fobia.

DEL COMPLEJO DE CASTRACION


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La privación es un agujero real. Se trata del hecho de q la mujer no tiene pene, esta privada de él. Implica la simbolización del objeto en lo real. Ya q en lo real nada esta privado de nada, lo real es pleno, se basta a sí mismo. Si introducimos en lo real la noción de privación, es porq ya lo hemos simbolizado lo suficientemente. Indicar q algo no está, es suponer posible su presencia, o sea introducir en lo real, para recubrirlo y para excavarlo, el simple orden simbólico. El objeto en cuestión es el pene, en el estado simbólico. El falo simbólico.

La castración toma como base la aprehensión en lo real de la ausencia de pene en la mujer. Es, en la experiencia del macho, la base en la q se apoya, eficaz y angustiosamente, la noción de la privación. Ahora bien, la mujer esta castrada en la subjetividad del sujeto. En lo real, en la realidad, en lo q se invoca como experiencia real, están privadas. El objeto en la castración es un objeto imaginario. Ninguna castración es jamás real. Solo entra en juego operando en el sujeto bajo la forma de una acción referida al objeto imaginario.

El padre simbólico: está detrás de la madre simbólica (en la frustración. Por su parte, el padre simbólico es una necesidad de la construcción simbólica, q solo podemos situar en un más allá, como un término q solo se alcanza mediante una construcción mítica. Es el significante del q nunca se puede hablar sin tener presente al mismo tiempo su necesidad y su carácter.

El padre imaginario: es con él con quien siempre nos encontramos. A él se refiere toda la dialéctica, la de la agresividad, la de la identificación, la de la idealización por la q el sujeto accede a la identificación con el padre. Lo llamamos imaginario también porq está integrado en la relación imaginaria q construye el soporte psicológico de las relaciones con el semejante (q son relaciones de especie). Es el padre terrorífico y no tiene relación alguna con el padre real del niño.

El padre real: el niño difícilmente lo haya captado, debido a la interposición de los fantasmas y la necesidad de la relación simbólica (al igual q nos pasa a nosotros, en cuanto a la dificultad de saber con quién estamos tratando realmente). Es al padre real a quien le conferimos la función destacada en el complejo de castración.

La castración siempre está vinculada con la incidencia, la intervención, del padre real. También puede estar muy marcada, y muy desequilibrada, por la ausencia del padre real, lo cual exige la sustitución de este padre por alguna otra cosa (lo q es muy neurotizante).

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Relación preedípica: la madre es objeto de amor, objeto deseado en cuanto presencia. Esta presencia se articula muy rápidamente en el par presencia-ausencia. Para el niño hay un objeto primordial. La madre existe como objeto simbólico y como objeto de amor. Es de entrada madre simbólica y solo tras la crisis de la frustración empieza a realizarse. La madre objeto de amor puede ser en cualquier momento la madre real en la medida en q frustra ese amor. La relación del niño con la madre, q es una relación de amor, abre la puerta a lo q se llama la relación indiferenciada primordial. Se trata de q el niño se incluya a sí mismo en la relación como objeto de amor de la madre. Se trata de q se entere de esto, de q aporta placer a la madre. Saber si su presencia gobierna, por poco q sea, la presencia q necesita, si el mismo aporta la luz q hace q dicha presencia este ahí para envolverle, si el aporta una satisfacción de amor. En suma, ser amado, es fundamental para el niño.

En la experiencia del niño, se articula algo q le indica poco a poco q en presencia de la madre, aun si esta por él, no está solo. Así capta el niño lo q es él para la madre. Y no está solo porq hay otros niños, q es lo más común, o bien, por una cuestión más radical e independiente de la ausencia o presencia de esos otros niños. Es el hecho de q la madre conserva el penisneid (envidia del pene). El niño lo colma o no lo colma, pero la cuestión se plantea. El descubrimiento de la madre fálica en el niño, el de la envidia del pene en la madre.

En la relación con la madre el niño siente el falo como centro del deseo de ella. Y él mismo se sitúa entonces en distintas posiciones por las cuales se ve llevado a mantener este deseo de la madre, o sea, engañándola.

El niño se presenta a la madre como si el mismo le ofreciera el falo. Puede identificarse con la madre, con el falo, con la madre portadora del falo, o como portador él del falo. Hay un alto grado de generalización de la relación imaginaria acá q llamo tramposa, mediante la cual el niño asegura a la madre q puede colmarla, no solo como niño, sino también en cuanto al deseo, y en cuanto a lo q le falta. Esta situación es estructurante, pues solo en torno a ella puede articularse la relación del fetichista con su objeto y se escalona toda la gama intermedia capaz de relacionarla con el travestismo, dejando de lado la homosexualidad, relacionada con la necesidad del objeto, del pene real, en el otro.

Ahora bien, Juanito, hijo único al q todo se le permite, hace una fobia a los 4 años y medio. La madre admitía a Juanito todas las mañanas en su cama como tercero, y esto contra las reservas del padre y esposo (q esta fuera de juego en la situación, porq diga lo q diga las cosas siguen su curso). Juanito no está frustrado de nada, en verdad, no está privado de nada. Su madre le prohibió la masturbación diciendo las fatales palabras “si te masturbas haremos q el Dr. A te la corte”, pero el niño continua, escucha la amenaza de la forma conveniente. La masturbación en sí misma no acarrea en ese momento ninguna angustia, y sigue masturbándose. Obvio q luego lo integrara en el conflicto, q se manifestara en el momento se du fobia.

3

Juanito esta fantaseando el falo constantemente, pregunta a su madre, al padre, luego mira a los animales. Solo habla del falo. El falo es verdaderamente el eje, el objeto central de la organización de su mundo.

Lo q cambia, es q su pene empieza a convertirse en algo muy real. Empieza a moverse y el niño empieza a masturbarse. El elemento importante no es tanto q la madre intervenga en este momento sino q el pene se ha convertido en real. Es en este momento en el q surge la angustia.

La angustia surge en cada ocasión cuando el sujeto se encuentra, aunque sea de forma insensible, despegado de su existencia, cuando se ve a sí mismo a punto de quedar capturado de nuevo en la imagen del otro, la tentación, etc. En resumen, la angustia es correlativa del momento de suspensión del sujeto, en un tiempo en el q ya no sabe donde esta, hacia un tiempo en el q va a ser algo en lo q ya nunca podrá reconocerse.

La angustia se introduce acá, cuando aparece en Juanito, bajo la forma de una pulsión, algo q se menea, el pene real, y el niño empieza a ver como una trampa lo q durante tanto tiempo para él había sido el paraíso (aquel juego en el q se es lo q no se es, se es para la madre todo lo q la madre quiere). Todo esto depende de lo q el niño es realmente para la madre.

El paraíso del señuelo es donde el niño trata de deslizarse, de integrarse en lo q es para el amor de la madre. Pero cuando interviene su pulsión, su pene real, se evidencia ese despegue. El niño cae en su propia trampa, engañado por su propio juego, víctima de todas las discordancias, confrontado con la inmensa hiancia q hay entre cumplir con una imagen y tener algo real q ofrecer. Lo q se produce siempre, es q sea rechazado por su madre. Entonces juega un papel decisivo q eso q puede ofrecer se le antoja miserable. Así queda prisionero, se convierte en blanco, en elemento pasivizado de un juego q lo deja a merced de las significaciones del Otro.

Precisamente en este punto es el origen de la paranoia. En cuanto el juego se convierte en serio, sin dejar de ser un juego tramposo, el niño queda completamente pendiente de las indicaciones de su partener. Todas las manifestaciones del partener se convierten para él en sanciones de su suficiencia o insuficiencia. En la medida en q la situación prosigue, o sea, q no interviene el termino del padre simbólico (por la forclusion), el niño se encuentra a merced de la mirada del Otro, de su ojo.

Pero en fin, la situación no tiene salida, a no ser el complejo de castración.

El complejo de castración traslada al plano imaginario todo lo q está en juego en relación con el falo. Por este motivo conviene q el pene real quede al margen. La intervención del padre introduce aquí el orden simbólico con sus defensas, el reino de la ley, o sea q el asunto ya no está en manos del niño y, al mismo tiempos e resuelve en otra parte. Con el padre no hay forma de ganar. El orden simbólico interviene precisamente en el plano imaginario. La castración afecta al falo imaginario.

Juanito está metido en el punto de encuentro entre la pulsión real y el juego imaginario del señuelo, y esto en relación con su madre. Entonces se produce una regresión.

En este caso en el cual el niño es el centro, la regresión se produce cuando ya no alcanza a dar lo q hay q dar, y su insuficiencia le produce el más profundo desasosiego. Se produce el mismo cortocircuito con el q se satisface la frustración primitiva, q lleva al niño a apoderarse del seno para dar por cerrados todos los problemas, o sea, la hiancia abierta frente a él, la de ser devorado por la madre.

Este es el primer aspecto q adquiere la fobia. Todo caballo objeto de la fobia es un caballo q muerde.

Los objetos de la fobia se distinguen por pertenecer en su esencia al orden simbólico. Y es q tienen la función especial de suplir al significante del padre simbólico.

4

En la etapa inicial Juanito da rienda suelta a toda clase de imaginaciones sobre sus relaciones con los niños q adopta como propios. Es un tema de lo imaginario. Así prolonga el juego tramposo con su madre. Y si esta a sus anchas es porq él mismo se inscribe en este juego en una posición q mezcla la identificación con la madre, pues se trata de adoptar niños, con todas las formas de relación amorosa (mantiene toda una gama de relaciones q van desde la niña a la q se arrima, hija de los dueños de la casa de veraneo, hasta la otra niña a la q ama a la distancia).

Este episodio contrasta con lo q ocurre tras las intervenciones del padre. Presionado por el interrogatorio analítico de su padre, más o menos dirigido, se entrega a una especie de novela fantástica en la q reconstruye la presencia de Hanna años antes de q naciera, en una caja, en el coche. En fin, pone de manifiesto la gran coherencia entre la orgia imaginaria durante el análisis y la intervención del padre real.

Si la fobia termina en una “cura satisfactoria” como pocas, es porq intervino el padre real, q tan poco había intervenido hasta ahí, y por otra parte pudo intervenir solo porq detrás estaba el padre simbólico, q es Freud. Pero cuando interviene, todo lo q tendía a cristalizarse en el plano de una especie de real prematuro se relanza en un imaginario radical.

La curación llega cuando se expresa con mayor claridad la castración propiamente dicha. O sea q el instalador viene, se la desenrosca y le pone otra. Podemos concluir q la solución de la fobia está vinculada con la constelación de esta triada “orgia imaginaria”, “intervención del padre”, “castración simbólica”.

El padre real por muy sostenido y respaldado q este por el padre simbólico, participa como un pobre hombre. El resultado de su intervención esta puntuado por estos dos momentos: la orgia imaginaria de Juanito y el advenimiento de la castración plenamente articulada, en forma de sustitución de lo q es real por algo más bonito y más grande. El alumbramiento de la castración pone término a la fobia, y además muestra q es lo q suple.

DEL COMPLEJO DE EDIPO


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La fase preedípica y el Edipo hablan de q el niño asuma el falo como significante, y q haga de él instrumento del orden simbólico de los intercambios, rector de la constitución de los linajes. Se trata de q enfrente al orden q hará de la función del padre la clave del drama.

Si la teoría analítica asigna al Edipo una función normativizadora, no basta con q conduzca al sujeto a una elección objetal, sino q además la elección debe ser heterosexual. Y no basta con ser heterosexual para serlo de acuerdo a reglas (hay toda clase de heterosexualidad aparente). Por lo tanto, no basta con q el sujeto alcance la heterosexualidad tras el Edipo, sino q el sujeto debe alcanzarla de forma q se sitúe correctamente respecto a la función del padre.

Hay una mayor simplicidad de la posición femenina en el desarrollo preedípico. La niña ha situado el falo en mayor o menos medida, o se acerco a él, en el imaginario donde está inmersa, en el más allá de la madre. La cuestión entonces es el deslizamiento de este falo de lo imaginario a lo real.

La niña encuentra el pene allí donde esta, más allá, en aquel q puede darle un hijo, en el padre. Por no tenerlo como pertenencia, e incluso por haber renunciado a él, podrá tenerlo como don del padre. Por esta razón la niña entra en el Edipo, por su relación con el falo. Luego el falo solo tendrá q deslizarse de lo imaginario a lo real por una especie de equivalencia.

Ahora ya hay fijación al padre como portador del pene real, como capaz de dar realmente el hijo, y para ella esto es ya suficientemente consistente como para poder decir a fin de cuentas q el Edipo, como camino de integración en la posición heterosexual típico, es mucho más simple para la mujer.

El padre para ella es de entrada objeto de su amor (o sea, objeto del sentimiento dirigido al elemento de falta en el objeto, porq a través de esta falta es como se ve conducida hasta el objeto q es el padre), este objeto de amor se convierte luego en dador del objeto de satisfacción. Luego solo se requiere paciencia para q el padre sea sustituido al fin por alguien q desempeñara exactamente el mismo papel, el de un padre, dándole efectivamente un hijo.

Esto implica un elemento q da su estilo particular al desarrollo del superyó femenino. En ella se da una especie de contrapeso entre la renuncia al falo y el predominio de la relación narcisista. Una vez efectuada la renuncia, el falo se convierte en pertenencia de aquel a quien desde entonces dirige su amor, el padre, de quien ella espera ahora efectivamente el hijo. Esta espera de lo q en adelante ya no es para ella sino algo q se le debe dar, la deja en una dependencia muy particular q hace surgir paradójicamente fijaciones propiamente narcisistas.

Ene l caso del chico, la función del Edipo está más claramente destinada a permitir la identificación con su propio sexo, q se produce en la relación ideal, imaginaria, con el padre. Pero no es esta la meta del Edipo, sino la situación adecuada del sujeto con respecto a la función del padre, o sea, q él mismo acceda un día a esa posición de ser un padre.

Ahora bien, en verdad nadie ha sido “el padre” nunca por entero. Dialécticamente suponemos q en alguna parte hay alguien q pueda sostener esa posición del padre plenamente. Esa suposición es esencial para cualquier progreso en la dialéctica edípica.

2

Juanito plantea preguntas q refieren no solo a su hace-pipi sino al de los seres vivos, en particular los q son más grandes q él. Por orden le plantea la pregunta primero a la madre, luego al padre, y después se alegra de haber visto el hace-pipi del león. Entonces, antes de la aparición de la fobia, observa q si su madre lo tiene se tendría q ver. En efecto, una noche la espía mientras se desnuda y le dice q si lo tuviera habría de ser tan grande como el de un caballo.

Se trata de un esfuerzo de perecuación (comparación, poner en equilibrio), entre una especie de objeto absoluto, el falo, y su puesta a prueba en lo real. No se trata del todo o nada. Hasta ahora jugaba al juego del escondite, el falo no estaba nunca donde se lo buscaba y no estaba nunca donde se lo encontraba. Ahora se trata de saber donde está verdaderamente.

Hasta ahora era el niño q simulaba, o jugaba a simular. No es casual q el primer sueño donde interviene un desplazamiento, escenifica un juego de prendas. La dialéctica imaginaria esta toda ahí. Tras el nacimiento de Hanna Juanito adopta un montón de niñitas imaginarias y les hace todo lo q se le puede hacer a un niño. Realmente el juego imaginario está ahí completo. Se trata de toda la distancia a franquear entre el q simula y el q sabe q existe una potencia.

Lo q se desarrolla en el acto de comparación no nos hace salir del plano imaginario. El juego prosigue en el plano del señuelo. El niño se limita a añadir el modelo materno, q sigue siendo homogéneo en lo esencial. Así es como se inicia para él la dialéctica del Edipo. La introducción de la imagen materna bajo la forma ideal del yo, nos deja en la dialéctica imaginaria, especular. Su sanción no nos saca de ese “el o yo”. No salimos del plano del señuelo.

Como resultado vemos salir el síntoma, la manifestación de la angustia. Pero conviene separar bien angustia de fobia. Una viene después, en auxilio de la otra. El objeto fóbico viene a cumplir su función sobre el fondo de la angustia. Pero en el plano imaginario nada permite concebir el salto q puede sacar al niño de su juego tramposo con la madre (del todo o nada, suficiente o insuficiente).

Este es el esquema primero, de la entrada en el Edipo, la rivalidad casi fraterna con el padre. La agresividad en cuestión es del tipo de las q entran en juego en la relación especular (o yo o el otro). Por otra parte, la fijación a la madre, convertida en objeto real tras las primeras frustraciones, sigue igual.

Así es como se introduce esa “degradación de la vida amorosa”… por el vinculo permanente del sujeto con aquel primitivo objeto real q es la madre como frustrante, todo objeto femenino será para el tan solo un objeto desvalorizado, sustituto, forma quebrada, refractada, siempre parcial, con respecto al objeto materno primero.

Normalmente la resolución del complejo de Edipo forma parte de su naturaleza. Y el hecho de q la hostilidad hacia el padre pase a un segundo plano puede relacionarse con una represión. Pero bien, hay una declive del complejo, una crisis, una resolución, y como resultado en el inconsciente deja un superyó.

Ahora bien… el niño ofrece a la madre el objeto imaginario del falo, para satisfacerla completamente, y a modo de señuelo. Este exhibicionismo frente a la madre solo tiene sentido si hacemos intervenir junto a la madre a un Otro, q ve el conjunto de la situación. Su presencia esta supuesta ya por el hecho de la presentación y también el de la ofrenda a la madre.

Para q exista el Edipo, es en ese Otro donde debe producirse la presencia de un término q hasta entonces no había intervenido, a saber, alguien q siempre y en cualquier circunstancia, está en posición de jugar y ganar. Alguien capaz de responder en cualquier circunstancia, y su respuesta es en todo caso el falo, el verdadero, el pene real, es él quien lo tiene. Él es quien tiene el triunfo y sabe q lo tiene. Se introduce en el orden simbólico como un elemento real, inverso respecto de la primera posición de la madre, simbolizada en lo real por su presencia y ausencia.

Hasta ahora el objeto estaba y no estaba a la vez. Este era el punto de partida del sujeto con respecto a todo objeto, un objeto estaba a la vez presente y ausente, y siempre se podía jugar a la presencia o ausencia de un objeto. Desde este momento decisivo, el objeto no es ya el objeto imaginario con el q el sujeto puede hacer trampa, sino un objeto tal, q siempre está en manos de otro mostrar q el sujeto no lo tiene, o lo tiene en forma insuficiente. Si la castración juega este papel esencial es porq es necesaria para la asunción del falo materno como objeto simbólico. Solo partiendo del hecho de q es privado del objeto por quien lo tiene y sabe q lo tiene, el niño puede concebir q ese mismo objeto simbólico le será dado algún día.

O sea, la asunción del propio signo de la posición viril, la de la heterosexualidad masculina, implica como punto de partida la castración.

Precisamente porq el macho, a la inversa de la posición femenina, posee un apéndice natural, porq detenta el pene como una pertenencia, le viene de otro en esta relación con lo q es real en lo simbólico (aquel q es verdaderamente el padre). Por eso nadie puede decir q significa ser padre en verdad. Solo el juego jugado con el padre, el juego del “gana el q pierde” le permite al niño conquistar la vía por la q se registra en él la primera inscripción de la ley.

3

El padre simbólico no está en ninguna parte. No interviene en ninguna parte. Tótem y tabú es un mito moderno, construido para explicar “donde está el padre”. Sirve para decirnos q, para q subsista algún padre, el verdadero padre, el padre único, ha de haber estado antes de la historia y ha de ser el padre muerto. Más aun, el padre asesinado.

La esencia se basa en una noción estrictamente mítica: la eternización de un solo padre en el origen, con la característica de haber sido asesinado, y esto, para conservarlo.

Este padre mítico nos enseña a q apuntaba Freud con la noción del padre. Se trata de algo q no interviene en ningún momento de la dialéctica, salvo por mediación del padre real, el cual en un momento cualquiera vendrá a desempeñar su papel y su función, permitiendo vivificar la relación imaginaria y dándole su nueva dimensión.

El fin del complejo de Edipo es correlativo de la instauración de la ley como reprimida en el inconsciente, pero permanente. Solo así hay algo q responde en lo simbólico. La ley se basa en lo real, bajo la forma de ese núcleo llamado superyó q queda tras el complejo de Edipo. Bajo esta forma real se inscribe la conciencia moral.

Este superyó tiránico, paradójico y contingente, es por sí solo, incluso en los no neuróticos, el significante q marca, imprime, estampa en el hombre el sello de su relación con el significante. (Incluso hay muchos más, y eso se llama los síntomas).

En Juanito, la clave está en q a pesar de todo el amor, la inteligencia y amabilidad del padre, no hay padre real.

Toda la secuencia del juego se desarrolla en la trampa de la relación de Juanito con su madre, q acaba siendo insoportable, angustiosa, intolerable, sin salida. O él o ella, o el uno o el otro, y nunca se sabe cual, la jirafa grande o la pequeña. (La jirafa grande se sitúa como incluida en las pertenencias de la madre, y entonces se plantea la cuestión de saber quién la tiene y quien la tendrá).

Entonces, gracias a la intervención sancionadora de la castración, los elementos imaginarios adquieren estabilidad en lo simbólico, donde se fija su constelación. Pero más allá de lo q el padre real autoriza, en lo q refiere a la fijación de la elección, más allá de esa elección es donde se encuentra aquello a lo q siempre se aspira en el amor… no el objeto legal, ni el de satisfacción, sino el ser, o sea, el objeto aprehendido en lo q le falta.

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