martes, mayo 24, 2011

CARÁCTER Y EROTISMO ANAL (1908)


Las personas q me propongo describir sobresalen por mostrar tres cualidades:

- Ordenados: (metódicos, honrados, decentes) incluye aseo corporal, escrupulosidad en el cumplimiento de pequeñas obligaciones y formalidad. (lo contrario: desordenado, descuidado)

- Ahorrativos: en extremo llega a la avaricia.

- Pertinaces: (tenaces). Acaba en desafío, al q fácilmente se anudan la inclinación a la ira y la manía de venganza.

Las últimas dos se entraman mejor entre sí q con la primera.

De la historia de estas personas en su primera infancia, se averigua q les llevo un tiempo largo gobernar la incontinencia fecal, se rehusaban a vaciar el intestino (por la ganancia colateral de placer q extraían de la defecación). Inferimos en su constitución sexual congénita, un resalto erógeno de la zona anal; y concluida la niñez no se descubre en ellos nada de tales flaquezas y originalidades. La zona anal perdió su significado erógeno en el curso del desarrollo. Entonces conjeturamos q aquella triada de cualidades de su carácter puede lícitamente ser puesta en conexión con el consumo del erotismo anal.

En tres ensayos (1905) mostré q la pulsión sexual del ser humano es compuesta (nace por las contribuciones de muchos componentes y pulsiones parciales). Las zonas erógenas (ciertas partes privilegiadas del cuerpo como la boca, genitales, ano, uretra) prestan las excitaciones periféricas a la excitación sexual. Ahora bien, las magnitudes de excitación q llegan desde estos lugares no experimentan el mismo destino todas, ni en todas las épocas de la vida. Solo una parte favorece a la vida sexual; otra es desviada de las metas sexuales (sublimación). Hacia la época del periodo de latencia sexual (5 años) hasta las primeras exteriorizaciones de la pubertad (12 años) se crean a expensas de estas excitaciones brindadas por las zonas erógenas, unas formaciones reactivas, unos poderes contrarios, (vergüenza, asco, moral) diques q se contraponen al posterior quehacer de las pulsiones sexuales. Ahora bien, el erotismo anal es uno de esos componentes de la pulsión q en el curso del desarrollo y en el sentido de nuestra educación cultural se vuelven inaplicables para metas sexuales; esto sugiere discernir en estas cualidades de carácter (q resaltan en quienes antes sobresalieron por su erotismo anal –orden, ahorratividad, pertinacia-) los resultados de la sublimación de éste.

Aseo, orden, y formalidad, causan la impresión de ser una formación reactiva contra el interés por lo sucio, lo perturbador, lo q no debe pertenecer al cuerpo.

El vinculo entre la pertinacia (tenacidad) con el interés por la defecación se muestra ya en el lactante con una conducta porfiada ante la deposición de las heces, y en la estimulación dolorosa de la piel de las nalgas q se enlaza con la zona erógena anal (universalmente empleada por la educación para quebrantar la pertinacia del niño, para volverlo obediente).

Los nexos más abundantes están entre el interés por el dinero y por la defecación. La neurosis sigue el indicio del lenguaje usual q llama “roñosa”, “mugrienta” a una persona q se aferra al dinero ansiosamente (aunque esto es muy superficial). Es fama q el dinero q el diablo da a las mujeres con quienes tiene comercio se muda en caca después q se va (relacionado con n. demoniaca del S XVII). En la antigua babilonia el oro es la caca del infierno. Por tanto, si la neurosis obedece al uso lingüístico, toma las palabras en su sentido originario, pleno de significación; y donde parece dar expresión figural a una palabra restablece a esta su antiguo significado.

Es posible q la oposición entre lo más valioso q el hombre ha conocido y lo menos valioso q él arroja de sí como desecho haya llevado a esta identificación condicionada entre oro y caca.

Otra circunstancia es q el interés originariamente erótico por la defecación está destinado a extinguirse en la madurez; en efecto, en esta época el interés por el dinero emerge como un nuevo interés, lo q facilita q la anterior aspiración, en vías de perder su meta, sea conducida a la nueva meta emergente.

Por lo demás, enuncio una formula respecto de la formación del carácter definitivo a partir de las pulsiones constitutivas: los rasgos de carácter q permanecen son continuaciones inalteradas de las pulsiones originarias, sublimaciones de ellas, o bien formaciones reactivas contra ellas.

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